Sus terrenos tiempo atrás formaron parte de las 27,857 hectáreas que componían la Hacienda de San Diego. Estos estuvieron (junto con los del Rancho de La Tapona y los de la Hacienda de Gallinas) dentro de las 9,176 hectáreas segregadas de dicha Hacienda durante su primera fragmentación (por herencia) después de la muerte de don Paulo Verástegui Ochoa en 1835.
Su casco se enclavaba dentro de una de las orillas de la sierra de Cieneguilla, sobre la falda de un pequeño cerro.
Sus potreros a principios de la década de 1920, se extendían hasta lindar con los de las Haciendas de Gallinas, La Noria, Ojo de Agua de Solano y Cieneguilla.
Tenía una extensión de 3,200 hectáreas[1] de las cuales 445 eran de temporal y 2,755 de agostadero cerril. Además del Rancho de La Tapona, conformaban a la Hacienda de Tecomates otros potreros entre ellos el del Salvial y el de la Lagunita[2]. Colindaba por el Norte con el Rancho de Labor Vieja.
La Hacienda de Tecomates - Mapa tentativo |
Pertenecía a la Señorita
Ángela García Verástegui. Ésta la había heredado de su madre doña María de
Jesús Verástegui de la Vara. La Hacienda de la Boquilla también pertenecía a la
familia y de la cual era dueño su hermano Casimiro.
Al igual que la Hacienda de La Noria, su actividad principal era la agricultura. Explotaba sus tierras por
el sistema de aparcería, por lo que al momento de la cosecha ésta le recogía al
trabajador una parte como partido, en tanto que para la limpieza de canales,
compostura de cercas, caminos, etc., también ocupaba a sus mismos arrendatarios
o aparceros los cuales estaban obligados a prestar este servicio por pertenecer
a la Hacienda.
Junto con las demás
Haciendas, la Hacienda de Tecomates era una parte clave en la región. Proporcionaba
fuentes de trabajo, aportaba bienes de consumo, contribuía al desarrollo del
lugar, etc. Durante mucho tiempo representó una solución de vida en el lugar.
[2] DOF Nov. 15, 1939 p.
13. Resolución Presidencial CNA, dotación Tecomates. Mayo 18, 1938.
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